Con un público entregado, las manos rotas de aplaudir, las
bufandas al viento y el himno cantado a pleno pulmón, es como acabo el partido
de anoche en la ribera del Manzanares, en el que salimos derrotados 1-2 frente
al Barça.
Un despiste imperdonable de la barrera y del portero
hicieron posible que Messi nos metiera un gol bastante tonto y se llevaran los
tres puntos a la Ciudad Condal. Lo positivo es que fue prácticamente el único
fallo de concentración de todo el partido.
Es más que evidente que los rojiblancos plantearon el
encuentro en dos fases.
En la primera parte, el Atleti le dio el balón al Barcelona
y espero atrás con un posicionamiento defensivo y una presión fuerte pero solo
en nuestra mitad del campo, muy parecido al partido de la primera vuelta, pero con unas cien mil veces más de concentración y actitud; y una segunda, en la que salimos a comernos el
terreno de juego y llegó a forzar un cambio en el Barça que me llena de
orgullo, quitó a Alexis, delantero, y metió a Piqué, defensa, demostrando lo
mal que lo pasó el equipo catalán.
Muchos estaban enojados con la falta de presión en todo el
campo del Atlético en la primera parte que, sin embargo, fue llevada a su
máxima expresión en la segunda. Hoy veo muy claro que fue el planteamiento de
Simeone, ya que si hubiéramos hecho ese derroche físico desde el principio, no
hubiéramos aguantado todo el partido y los blaugranas nos hubieran machacado.
¿Qué sería de este equipo si lo hubiera preparado
físicamente el actual cuerpo técnico desde el principio de la temporada?
Supongo que lo sabremos el año que viene, pero hoy por hoy los jugadores
arrastran la mala preparación del Señor Manzano.
Esperamos atrás muy bien posicionados controlando bien la
zona de creación del Barcelona y haciendo mucho hincapié en las bandas, en
donde Filipe Luis secó prácticamente a Dani Alves, que por cierto, podría
evitar hacer el gilipollas y provocar a la grada con una celebración, como
poco, patética para el pedazo de jugador que es.
Justó con el gol el equipo tiene que adelantar cinco minutos
lo que tenía previsto para el segundo tiempo y vemos al Atleti al que estamos
habituados en las últimas jornadas, con ansia, con ganas, con fuerza, con
técnica, con espíritu ganador. Era más que evidente que los jugadores no se
sentían especialmente cómodos viendo correr el balón de un lado a otro, pero
eran conscientes de lo que iban a sudar en la segunda parte.
Y efectivamente, según reanudamos el partido empatamos y
metemos al Barcelona miedo. Se empiezan a ver desbordados y les cuesta mucho
pensar con el balón, porque dos o tres jugadores rojiblancos les enciman. Gabi, Tiago, Koke y Ardá hacen daño con sus
pases entre líneas, Juanfran y Filipe Luis con sus desbordes por banda y Adrián
(partidazo) y Falcao con sus remates y regates
El segundo gol del Barcelona es imperdonable para una zaga
repleta de internacionales, pero el mundo del fútbol es así y ese despiste nos
dejó, por lo menos, sin un empate que hubiera sido más justo.
Me gustó ver a mi equipo tan convencido de meter otro gol,
que hasta Courtois subió a rematar un corner, por cierto con mucho oficio por
parte de Falcao al evitar que Víctor Valdés sacara rápido de portería al
atrapar el balón.
Como comentarios adicionales al partido indicar que al
Atleti se le está acusando de equipo guarro. Es cierto que tuvo mucha
agresividad, pero no fue sucio, no como Cesc que dio la patada más fea de todo
el partido, pero claro está, es Cesc, es el Barcelona y no pasa nada, eso no
vende para la prensa.
Pero mejor judgar vosotros mismos
También me queda la duda de que hubiera pasado con Diego
Ribas en el campo, el mejor jugador del Atleti sin ninguna duda. Lastima de
lesión, inoportuna a más no poder.
Por último, yo no soy de los que se quejan de los árbitros,
en definitiva son una variable más dentro de este mundo y unos días nos van
bien y otros nos van mal, pero ayer fuimos perjudicados y no hablo ya del
clamoroso penalti de Busquets, ni de los fueras de juego inexistentes, sino más bien de todas las faltas que el Señor
Pérez Lasa nos dejo de pitar a favor y que si pitaba al Barcelona. Eso rompe el
ritmo de cualquier equipo y más del nuestro que basa gran parte de su ataque en
contragolpes después de robar el balón con una fuerte presión. Si cada vez que
tocábamos con el cuerpo a un rival nos pitaba falta, aunque no lo fuera porque
el contacto en el futbol está permitido, el juego colchonero se veía claramente
perjudicado.
Sigo diciendo que nuestro equipo parece otra cosa, ahora hay
actitud ganadora, deseo de victoria y vendemos muy cara la derrota. Ahora somos
EL ATLETICO DE MADRID.